EDITORIAL
Luces iniciales y sombras actuales del "acceso abierto": una mirada desde los países en desarrollo
The shining start and current blots of "open access": a glance from developing countries
El movimiento conocido como "acceso abierto" [Open Access (OA)], relativamente novedoso, pero crecientemente polémico, ha sido objeto de numerosos análisis y consideraciones, incluyendo algunos que han visto la luz en nuestra propia revista desde hace años.1,2 Se trata de un sistema caracterizado por el principio de que el contenido de las revistas científicas ha de ser accesible de manera inmediata, sin barreras económicas ni técnicas, y sin restricciones de derechos de autor. Surge como reacción a los abusivos precios impuestos por las megaempresas (especialmente Elsevier, Wiley y Springer) que gestionan las revistas convencionales (llamadas "de suscripción"), y en ancas de un principio de justicia: puesto que una buena parte de la investigación se realiza con financiación pública, sus hallazgos no deberían estar confiscados sino ser propiedad de toda la sociedad, y por ende tendrían que poder ser consultados sin obstáculo alguno.
La inserción de revistas en la modalidad OA ha sido ciertamente impetuosa. En el año 2007, el Directorio de Revistas de Acceso Abierto (DOAJ, por sus siglas en inglés) registraba 4 177 journals, mientras que en la actualidad cobija nada menos que a 10 995.3 La Revista Cubana de Información en Ciencias de la Salud, por cierto, es una de ellas desde enero del presente año.
Más allá de que la calidad de tales revistas es sumamente variable, lo cierto es que los investigadores, docentes y profesionales en general han hallado en ellas una fuente informativa formidable. Al calor de las potencialidades de las tecnologías de comunicación, hoy al alcance de casi todos, tales fuentes son especialmente beneficiosas para los profesionales del mundo que proceden de países que están fuera de las élites de poder, puesto que ni ellos ni sus instituciones tienen recursos para afrontar los costos que supone la consulta de aquella literatura científica especializada que se ubica en las revistas asociadas al modelo convencional (pay per read). Procede advertir, empero, que Open Access es actualmente un término que puede resultar ambiguo. Abarca la llamada "ruta dorada" (gold road), que se ciñe a permitir el libre acceso a los contenidos; pero también la "ruta de platino" (platinum road) correspondiente a aquellas revistas a las que acceden gratuitamente tanto los lectores para consultarlas, como los autores para nutrirlas de contenido. De hecho, también incluye a los llamados "repositorios institucionales" y a los modelos híbridos: básicamente, aquellos donde se paga por suscripción pero con artículos en abierto, ocasionalmente con un período de embargo.4 Ni aquellos ni estos serán objeto de análisis en este texto. Sin embargo, nos interesa subrayar que, en efecto, una parte importante de las revistas registradas en el DOAJ operan con el modelo de trasladar los costos operativos del procesamiento de un artículo (los denominados Article Processing Charges), a quienes pretendan publicar en ellas (pay per publish). En tales casos, los autores deben pagar montos que oscilan entre 1 500 y 5 000 dólares por un solo artículo.
Para entender mejor la situación, detengámonos en el caso de Public Library of Science (PLOS, antes PLoS) autocaracterizada como una organización "sin ánimo de lucro" y que constituye sin duda un buque insignia de esta nueva modalidad editorial. PLOS abarca un grupo de siete revistas, entre las que se destacan especialmente PLOS Medicine y PLOS Biology. Se ubica en la órbita de la ruta dorada, y los precios que han de pagarse por artículo oscilan entre 2 900 dólares para las dos mencionadas, y 1 495 para su última adición, PLOS ONE, que tiene rasgos muy diferentes al resto. Esta última revista en particular se caracteriza por un peer review mucho más débil, hasta el punto de aceptar el 70 % de los manuscritos que recibe (en el caso de las dos primeras, la tasa de aceptación no supera al 10%),5 con lo cual ha pasado a ser la revista que, tras un crecimiento vertiginoso, ostenta actualmente el record mundial de artículos publicados: 30 040 en el año 2014.6
Hablamos entonces de ingresos de 40 millones de dólares por concepto de la producción de una sola de sus revistas; dicho proceso productivo, por otra parte, se reduce a: armar los números, hospedar y archivar en línea los trabajos y gestionar el peer review. Si tenemos en cuenta que los arbitrajes que lo garantizan, al igual que en el modelo convencional, se producen sin retribución alguna para los pares que los realizan, se torna evidente que PLOS ONE ofrece un muy elocuente ejemplo de adaptación de los mercaderes a las nuevas realidades. En esta organización, presuntamente ajena al lucro, los conflictos de interés son evidentes: el de ganar dinero colisiona directamente con el de preservar la calidad.7 Dicho más crudamente: es difícil no identificar una redituable vocación de cambiar espejitos (artículos apenas revisados) a cambio de oro (dinero contante y sonante) en una importante zona de su gestión.
Tres precisiones son necesarias en este panorama.
1) En primer lugar, unas 900 revistas del DOAJ eran simples timos a cargo de las editoriales depredadoras. Afortunadamente, el reputado directorio está desde hace un año adoptando medidas con el fin de "limpiar" su casa mediante la exigencia de criterios más estrictos para aceptar una revista en su seno. Habrá que esperar para ver los resultados.8
2) En segundo lugar, hay que señalar que no todas las revistas acogidas al sistema de OA operan según el modelo descrito. Actualmente, el 73 % de las revistas del DOAJ siguen la ruta de platino. Sin embargo, se observa la tendencia de que estas van emigrando hacia la ruta dorada (pay per publish); jamás en la dirección opuesta.9 El acceso gratuito para autores y lectores puede verse también como una expresión ya clásica en el mundo de Internet: prestación gratuita de un servicio para, trascurrido un lapso y fidelizada una clientela, transitar hacia un modelo de pago. Por otra parte, el 73 % es engañoso, pues el complementario 27 % de revistas que se inscriben en este último modelo, publica el 57 % de todos los artículos.10
3) Finalmente, cabe consignar que los promotores del modelo "pay per publish" usan una especie de taparrabos moral al establecer que solo impondrán los desmedidos precios arriba mencionados a los países desarrollados. Es el caso de PLOS, que aceptaría la publicación gratuita de manuscritos procedentes de países altamente subdesarrollados (por ejemplo, Bangladesh, Haití o Suazilandia) e impondría un "bajo" precio (500 dólares) cuando se trate de países pobres aunque no tan miserables (por ejemplo, Turkmenistán, Túnez o El Salvador). Los criterios seguidos para hacer tales salvedades son vagos; extrañamente, un trabajo de autores cubanos o dominicanos, por ejemplo, se considera que procede de un país con suficiente desarrollo económico como para no merecer tales beneficios.
Una pregunta relevante en este contexto es: ¿estamos mejor o peor que antes? Al igual que un investigador que se desempeña en Alemania, Estados Unidos o Japón, quienes trabajamos o investigamos en países ubicados en la periferia económica del mundo tenemos mucho más acceso a la información, y en ese sentido estamos mejor. Pero, a diferencia de ellos, tenemos menos oportunidad para gravitar en las corrientes de opinión y en la transmisión de nuestros resultados.11 La deriva que se ha ido manifestando en el OA con su gradual evolución hacia manifestaciones claramente lucrativas amenaza con incrementar nuestro ostracismo intelectual, retroalimentando más y más la condición de consumidores pasivos a los científicos de los países más pobres. Un estudio reciente12 daba cuenta de que el 39 % de los 40 mil investigadores consultados en línea estima que la falta de fondos es una barrera para publicar en estas revistas, a la vez que una abrumadora mayoría 9 de cada 10 saludaba las posibilidades de acceso gratuito a los contenidos.
Las ideas que se desarrollan en el presente editorial no constituyen un punto de vista acabado y definitivo, sino más bien una provocación para incentivar el estudio profundo del alcance y el impacto real del OA, de sus submodelos y de alternativas tales como el desarrollo de repositorios institucionales. Pretende ser a la vez una vía para alertar sobre los peligros estratégicos que entraña sostener una mirada ingenua, acrítica y pasiva ante las mutaciones que pudieran seguir experimentando tan loables iniciativas en dirección ajena a las aspiraciones como las que impulsaron a los creadores del movimiento.
LUIS CARLOS SILVA AYÇAGUER
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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2. Sánchez Tarragó N, Fernández Molina C. Conocimientos y actitudes de los investigadores cubanos de la salud hacia las revistas de acceso abierto. ACIMED. 2008 [citado 12 de enero 2016];17(3). Disponible en: "http://scieloprueba.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1024-94352008000300002&lng=es"pid=S1024-94352008000300002HYPERLINK
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4. Abadal E. Retos de las revistas en acceso abierto: cantidad, calidad y sostenibilidad económica. 2012 [citado el 20 de mayo de 2013]. Disponible en: http://www.upf.edu/hipertextnet/numero-10/retos-revistas-en-acceso-abierto.html
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