ARTÍCULO ORIGINAL
El campo de las Ciencias de la Información en Cuba: acercamiento a partir de las tesis de maestría producidas en el período 2005-2012
An overview of information sciences in Cuba based on the master's degree theses written from 2005 to 2012
María Karla Cárdenas Berrio, Zoia Rivera
Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana. La Habana, Cuba.
El artículo presenta un análisis bibliométrico de las tesis de la maestría en Bibliotecología y Ciencia de la Información defendidas en la Facultad de Comunicación de La Universidad de La Habana en el período del 2005 al 2012. Se empleó como estrategia metodológica la Sociología del conocimiento utilizando los conceptos bourdieuanos campo, capital cultural y habitus, que permitieron una mirada reflexiva al objeto de estudio. Entre los principales resultados se obtuvo la productividad de tesis por año, las áreas de conocimiento más abordadas, los agentes tutores asociados a estas, así como las técnicas y métodos empleados por áreas de conocimiento, donde se evidenció una tendencia hacia los estudios de carácter documental en el campo de las Ciencias de la Información.
Palabras clave: campo; capital; Sociología; posgrado; Ciencia de la Información; tesis de maestría.
The
paper provides a bibliometric analysis of the library and information science
master's degree theses presented at the School of Communication of the University
of Havana from 2005 to 2012. The methodological strategy followed was knowledge
sociology, using Bourdieu's concepts of field, cultural capital
and habitus, which allowed a reflexive approach to the subject. The main
results obtained by the study refer to the number of theses written each year,
the fields of knowledge most commonly addressed and tutoring agents associated
to them, and techniques and methods used in each area of knowledge. Evidence
was found of a trend toward documentary research in the field of information
sciences.
Key words: field; capital; Sociology; graduate studies; Information Science; master's degree thesis.
INTRODUCCIÓN
Las Ciencias de la Información (CI) han sido consideradas por varios autores como un dominio de conocimientos (Hjorland y Albrechtsen,1 Hjorland,2 Capurro,3 Linares4), siguiendo la propuesta de análisis de dominio del danés Birger Hjorland, quien lo entiende como un paradigma de la CI. Sin embargo, la propuesta del análisis de dominio necesita de una reflexión que comprenda no solo el habitual estudio de la producción científica, sino que tenga en cuenta las relaciones de poder que se dan al interior y exterior de los dominios, la posición de las comunidades científicas respecto al resto de áreas dentro del propio campo de la CI, del prestigio que gozan y cómo se sitúan en la comunidad científica en general.
En este sentido, pocas han sido las miradas hacia la teoría de los campos de Pierre Bourdieu, propuesta que permite el estudio sociológico de la conformación de las áreas de conocimientos desde las lógicas del poder y las luchas por la obtención de este. Para este autor, un campo (aquí un campo científico), "se define por los objetos en juego e intereses específicos, que son irreductibles de los objetos en juego y de los intereses propios de otros campos (…) La estructura del campo es un estado de la relación de fuerzas entre los agentes o las instituciones implicados en la lucha o, si se prefiere, de la distribución del capital específico que, acumulado en el curso de las luchas anteriores, orienta las estrategias ulteriores".5 Como se observa, el concepto refiere a las relaciones que se establecen entre actores en un campo científico más allá de sus producciones científicas. Es así que la teoría de los campos de Bourdieu constituye una construcción teórica compuesta por una triada de elementos: campo, capital y habitus.5
El campo constituye un espacio de correlaciones de fuerzas en pugna por los capitales en juego simbólico, económico, cultural, social o científico. Estos son a la vez el objeto de lucha y la herramienta para participar de las lógicas del campo. La noción de capital apunta a las relaciones de poder que se dan al interior del campo, el cual determina los agentes dominantes y dominados, a partir de los capitales específicos que poseen, los cuales condicionan la posición que ocupan dentro de este y sirven para ejercer el control, mediante una violencia simbólica.
En este sentido, es necesario apuntar que para Bourdieu, todos los capitales poseen una dimensión simbólica. Es a partir del capital simbólico que los campos (económico, cultural, social, científico, etc.) esconden las relaciones de dominación y, por tanto, minimizan los riesgos de conflictos que pongan en peligro la reproducción del campo. En tanto, el capital simbólico constituye la base del poder simbólico, el cual se encuentra presente y se ejerce en todos los campos. Por tanto, los campos son espacios multidimensionales donde lo simbólico tiene una función reproductora y constituye un ámbito central del poder. El poder simbólico tiende a configurar el espacio y el tiempo de los sujetos agentes, y construyen categorías de percepción, apreciación y acción. Los agentes actúan investidos del poder simbólico que les confiere determinadas posiciones en sus respectivos campos. Dichas posiciones objeto de lucha se encuentran legitimadas en función del conocimiento y reconocimiento de los otros; en consecuencia, aquellos que monopolizan el poder simbólico tienen mayor acceso al ejercicio de la violencia simbólica. El poder simbólico, asociado a la violencia simbólica, es un poder de clasificación a la vez que es un poder de conocimiento y reconocimiento de la palabra, del emisor y del lugar social donde se habla.6
Al respecto, Bourdieu plantea:
"Toda especie de capital (económico, cultural, social) tiende (en diferentes grados) a funcionar como capital simbólico (de modo que tal vez valdría más hablar, en rigor, de efectos simbólicos del capital) cuando obtiene un reconocimiento explícito o práctico, el de un habitus estructurado según las mismas estructuras que el espacio en que se ha engendrado. En otras palabras, el capital simbólico (...) no es una especie particular de capital, sino aquello en lo que se convierte cualquier especie de capital cuando no es reconocida en tanto que capital, es decir, en tanto que fuerza, poder o capacidad de explotación (actual o potencial) y, por lo tanto, reconocida como legítima. Más precisamente, el capital existe y actúa como capital simbólico (...) en la relación con un habitus predispuesto a percibirlo como signo y como signo de importancia, es decir, a conocerlo y reconocerlo en función de estructuras cognitivas aptas y propensas a otorgarle el reconocimiento porque concuerdan con lo que es. Fruto de la transfiguración de una relación de fuerza en relación de sentido, el capital simbólico saca de la insignificancia en cuanto carencia de importancia y sentido".6
En este artículo, se hace énfasis en la noción de capital cultural (teniendo en cuenta que es también un capital simbólico), referido por Bourdieu de la manera siguiente:
"El capital cultural puede existir bajo tres formas: en el estado incorporado (...) bajo la forma de disposiciones duraderas del organismo; en el estado objetivado, bajo la forma de bienes culturales (...), los cuales son la huella o la realización de teorías o de críticas a dichas teorías, y de problemáticas, etc., y finalmente en el estado institucionalizado, como forma de objetivación muy particular, porque tal como se puede ver con el título escolar, confiere al capital cultural -que supuestamente debe de garantizar- las propiedades totalmente originales".7
Para Bourdieu,8 el capital cultural presenta el más alto grado de encubrimiento, por lo que está destinado a funcionar como capital simbólico, o sea, desconocido y reconocido, ejerciendo un efecto de desconocimiento en los que el capital económico no está plenamente reconocido. Por último, el capital acumulado de modo específico en un determinado campo se distribuye ordinariamente de modo desigual entre los agentes según la posición ocupada. En efecto, lo que se observa en la realidad es una estructura de distribución del capital específico más o menos dispersa o concentrada según la historia del campo considerado y, por lo mismo, según la evolución de las luchas por la apropiación del capital. A partir de aquí puede entenderse la relación entre capital y poder. La relación de fuerzas resultante de la desigual distribución del capital en cuestión es lo que define las posiciones dominantes y dominadas dentro de un campo y, por lo tanto, la capacidad de ejercer un poder y una influencia sobre otros.
En el campo científico, esta es la forma fundamental de capital por el cual se disputa y, por tanto, la herramienta principal de las luchas. El capital simbólico solo existe en la medida en que es percibido por los otros como un valor. Es decir, este capital no tiene una existencia real, su valor efectivo se basa en el reconocimiento por parte de aquellos que le atribuyen un poder.8 El capital cultural opera según las lógicas de los habitus. Sus límites son difusos ya que está vinculado a la persona, la posición social o títulos académicos obtenidos, otorgándole cierto valor al que lo posee. El capital simbólico se imparte en el espacio social y en los espacios académicos a aquellos que obtienen suficiente reconocimiento para estar en condiciones de imponerlo.9 La definición de Bourdieu de campo científico evidencia los elementos apuntados:
"Como sistema de relaciones objetivas entre posiciones adquiridas (en las luchas anteriores), es el lugar (es decir, el espacio de juego) de una lucha competitiva que tiene por desafío específico el monopolio de la autoridad científica, inseparablemente definida como capacidad técnica y como poder social, o si se prefiere, el monopolio de la competencia científica que es socialmente reconocida a un agente determinado, entendida en el sentido de capacidad de hablar e intervenir legítimamente (es decir, de manera autorizada y con autoridad) en materia científica".10
Más allá de las posiciones que cada agente ocupa, para que el campo se constituya es necesario que los agentes posean un habitus que contenga las reglas del juego y que valore el bien específico que es objeto de la lucha en ese campo. Es decir, es necesario que los agentes se comprometan y valoren el bien por el que se lucha, le den un sentido social y personal. Al respecto, Bourdieu8 plantea:
"El habitus como sistema de disposiciones en vista de la práctica, constituye el fundamento objetivo de conductas regulares y, por lo mismo, de la regularidad de las conductas. Y podemos prever las prácticas (...) precisamente porque el habitus es aquello que hace que los agentes dotados del mismo se comporten de cierta manera en ciertas circunstancias".
Atendiendo a las nociones de campo apuntadas, se asume que las CI cuentan con los elementos necesarios para ser considerado un campo en el sentido bourdieuano, pues posee las condiciones estructurales que determinan a un campo (infraestructura, asociaciones profesionales, formación académica y profesional a nivel de pregrado y posgrado, revistas especializadas, mecanismos de comunicación científica, producción científica, autoridades académicas y científicas, agentes dotados de un habitus que les permiten participar de las lógicas en juego, capitales acumulados así como normas y mecanismos de reproducción que restringen las prácticas que se desarrollan en el campo a la vez que posibilita su realización). Asimismo, posee una estructura de relaciones que manifiestan los intereses colectivos de los agentes que están vinculados con la conservación, defensa e identificación con el campo del que forman parte, y que constituyen elementos de consenso entre esos agentes.11
A partir de este criterio, se realizó un análisis de las tesis de maestría del campo en el período del 2005 al 2012 teniéndose en cuenta que un programa de maestría es eslabón fundamental en la formación y superación académica institucionalizada, aporta capital cultural al campo y a sus agentes que incorporan conocimiento, además de un título que otorga prestigio, autoridad que a la vez permite participar de las lógicas del campo, su conservación en el espacio social y le permite cierta posibilidad de poder simbólico a través de las disposiciones del habitus que se adquieren a través de esta formación. Este tiene como culminación de estudios la presentación y defensa de una tesis. Se considera así al proceso de investigación como el ejercicio capaz de otorgar capital cultural al campo, y que se manifiesta como capital objetivado, incorporado, institucionalizado y a la vez simbólico. En tanto, la investigación como práctica científica y social produce y reproduce al campo. La posesión de cierto capital cultural define la posición relativa de cada agente en un campo; de allí que los intereses y las estrategias que estos despliegan van a estar orientados por la posición que ocupan en este y la configuración de sus habitus.
Aplicando lo señalado a la formación de posgrado, se observa que este se convierte en un espacio. Esto le permite incorporar agentes para la producción y reproducción de conocimiento y otorga capitales no solo a estos, sino al campo en sentido general que le permite posicionarse en el espacio social y competir con otros campos de conocimiento a partir de los capitales incorporados, objetivados e institucionalizados que se expresan materialmente en la producción científica (las tesis como resultado de la culminación de estudios de posgrado, artículos, ponencias como productos derivados de estas) y en la cantidad de agentes con categorías científicas como reflejo de la titulación que estos otorgan. Por otro lado, la necesidad de adquirir capital cultural mediante la formación de posgrado se relaciona con las demandas de una sociedad basada en el conocimiento como elemento estratégico para su desarrollo, que tiene como una de sus consecuencias, requerir por parte de las personas una capacidad de aprendizaje y de recalificación constante a través de un proceso de formación permanente.
El objetivo del presente artículo radica en un acercamiento analítico descriptivo a las tesis de la maestría en Bibliotecología y Ciencia de la Información (BCI), correspondiente al campo de las CI, defendidas en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en el período del 2005 al 2012. La descripción se hace a partir de un análisis bibliométrico, cuyos datos numéricos se interpretan a la luz de la Sociología del conocimiento, desde la teoría de los campos atendiendo a los conceptos bourdieuanos: campo, habitus y capital cultural, en sus tres estados de manifestación. La decisión de centrar el análisis en las tesis de posgrado, deriva del supuesto de Fuentes Navarro,12 quien plantea que en ellas se explicitan las fuentes bibliográficas y los procedimientos metódicos de una manera más rigurosa que en otros productos de la investigación académica, además de representar la instancia fundamental de objetivación de los procesos de reproducción y renovación de un campo académico.
MÉTODOS
Se analizó el universo de tesis del programa de maestría de Bibliotecología y Ciencias de la Información que ofrece el Departamento-Carrera de Ciencias de la Información de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Cuba. El período de análisis estuvo comprendido desde el 2005 hasta el 2012, y fueron analizadas 141 tesis en total, teniendo en cuenta los siguientes indicadores bibliométricos por cada año de tesis defendidas: áreas de conocimiento más abordadas, productividad de tutores, grado científico de tutores, perspectiva metodológica, alcance y técnicas de investigación empleadas.
Los datos numéricos se interpretan desde la teoría de los campos de Bourdieu, como herramienta teórica analítica de la Sociología del Conocimiento que permite un acercamiento cualitativo al tema. En consecuencia, las tesis de maestría fueron entendidas no solo como parte de un proceso de formación profesional, sino como una forma en que el campo produce agentes con legitimidad académica a partir de la titulación como expresión de un capital institucionalizado. A su vez, esto implica la acumulación de capital simbólico y, por tanto, la posesión de un poder simbólico porque permiten a sus agentes participar de las lógicas no solo del campo académico y científico, sino de las lógicas del espacio social donde se reconoce y también legitima este capital institucionalizado.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
PRODUCTIVIDAD POR AÑO
El universo de tesis analizadas corresponde a diversas ediciones del programa de maestría en BCI (3ra, 4ta y 5ta). Durante el desarrollo de las ediciones de las maestrías comprendidas en el análisis, se abrió como parte de la colaboración institucional con la Universidad de Granada un programa Doctoral en Documentación e Información Científica, del cual fueron beneficiados varios de los maestrandos. Uno de los resultados de este programa ha sido la presentación y defensa del Diploma de Estudios Avanzados, considerados como una especialidad en la maestría en BCI que oferta el departamento carrera de CI, a partir de su homologación con esta. Eso se tradujo en una mayor incorporación de capital objetivado al campo, a partir del producto de la culminación de estudios de este programa y, a su vez, un mayor capital institucionalizado por la obtención de este título. Asimismo, se favoreció la entrada de docentes con el grado de Doctor, de la Universidad de Granada, como profesores y tutores de la maestría en BCI que le confiere al campo mayor visibilidad, prestigio académico y calidad en la formación de posgrado.
Esta acción puede entenderse como una estrategia de confirmación del campo a partir del incremento de sus capitales, pues esta colaboración, el reconocimiento y homologación del título se convierte en un capital social que favorece al campo en la mayor incorporación de prestigiosos tutores y docentes con altos grados científicos y académicos. A su vez, se revierte en un criterio de calidad para su evaluación y acreditación de los programas de maestría así como la visibilidad de estos en el marco general de la formación de posgrado nacional e internacional, lo que le permite al campo aumentar su capital cultural en sus diversos estados.
En general, el desarrollo de los programas de posgrado produce agentes más capacitados para el desempeño de prácticas científicas, profesionales, docentes y de innovación, en correspondencia con las necesidades del desarrollo socioeconómico del país y según los requisitos de la formación de posgrado. Esto se muestra en la articulación teoría-práctica e investigación en la conformación y perfeccionamiento de los currículos y objetivos de los programas de la maestría en BCI, que posibilita la reproducción de los habitus del campo en todas sus dimensiones. De esta forma, la maestría en BCI permite a los agentes en formación disfrutar de un mayor acceso al conocimiento, que redunda en un mayor capital cultural que les permite participar de las lógicas del campo, lo cual se traduce en un reconocimiento significativo a nivel del capital simbólico.
La tesis, como ejercicio de la culminación de estudios, evidencia las competencias adquiridas durante el proceso formativo, investigaciones que permiten una aportación de conocimientos científicos al campo, a la vez que un reconocimiento por constituir un capital objetivado y también institucionalizado que se expresa en la titulación, como producto del proceso de formación legitimado. La tabla 1 muestra la cantidad de tesis defendidas por año, y los capitales acumulados en términos cuantitativos.
TUTORÍA
El ejercicio de tutoría puede entenderse como la adquisición y puesta en práctica de un capital simbólico. Esta labor está vinculada a la persona que la ejerce, a su posición social, el prestigio y título académico que posee, lo que produce, según Bourdieu, un efecto de halo que proporciona cierto valor a las personas que se relacionan con el propietario. Esta es una forma de adquirir parte de ese capital simbólico, pues −como explica Bourdieu− cuando se es alumno tutorado de un profesor o investigador con prestigio o reconocimiento por su capital objetivado y también institucionalizado, esto le permite adquirir parte de ese capital simbólico. De ahí la importancia de analizar la tutoría y la productividad de ciertos agentes como tutores, aunque aquí es necesario tener en cuenta otros factores como las temáticas de preferencia que suelen asociarse a agentes especializados en ellas, a la demanda social de producir determinado conocimiento científico, a la pertenencia a un campo social y a una práctica profesional específica que puede influenciar a la hora de elegir los temas a investigar de los agentes en formación. Esto se relaciona, según Alvarado,13 con la parte afectiva de la dimensión disposiciones del habitus, que tiene que ver con los gustos y aspiraciones de los sujetos que orientan sus intereses y prácticas hacia determinados temas de investigación.
El ejercicio de tutoría puede ser entendido como una estrategia de permanencia en el campo y de legitimación en el mismo, y que aporta además capital objetivado, a partir de la producción científica como resultado de esa tutoría y que se visibiliza en las tesis de posgrado, en las ponencias resultados de esta y en los artículos científicos que confieren un capital cultural al campo en general. La tutoría forma parte de las reglas en juego en ese campo y como legitimación de ciertos saberes del agente que ejerce la tutoría. De otra forma, la tutoría, entendida como un habitus, permite orientar las prácticas, valores y técnicas de accionar del tutor y ofrece los principios para la construcción y evaluación de su práctica en el campo. Ejemplo de esto es que en las evaluaciones del año de cada agente docente, las tutorías cuentan como uno de los indicadores para medir su productividad y le confiere a este agente determinado capital cultural y simbólico, además de una posición en la estructura de poder dentro del campo que le permite también constituirse o reafirmarse como autoridad académica e investigador. En este sentido, Sánchez14 plantea que el investigador educativo es un agente que pertenece al campo de la investigación; sin embargo, para serlo requiere poseer el capital y habitus que le permita ser eficiente, poder responder a las demandas y apuestas del campo y producir efectos en él. Tales efectos pueden ser visualizados en el resultado del ejercicio de la tutoría y del impacto de las investigaciones asesoradas.
La obtención de grados académicos por los agentes dedicados a la docencia y a la investigación de nivel superior, en particular en posgrado, constituye una demanda y un requisito que mide la calidad de estos. De esta forma, el número de doctores incorporados es uno de los indicadores que se mide en los procesos de acreditación de las maestrías. Por tanto, el claustro de un programa de maestría o de especialidad de posgrado debe poseer un alto nivel académico y amplia experiencia profesional, avalados por el grado científico de Doctor; o el título de Máster o Especialista; o las categorías de Profesor Titular o Profesor Auxiliar, Investigador Titular o Investigador Auxiliar; o ser profesionales de la producción o los servicios de un alto prestigio en los campos de conocimiento vinculados al programa.15,16 Atendiendo a este análisis, se examinó la productividad de agentes tutores y la distribución de los grados científicos en la maestría en BCI (tabla 2).
El conteo de tutores en el período arrojó un total de 70 agentes. Los tutores con más de una tesis tutorada constituyen los grandes y los medianos productores según lo planteado por la Ley de Lotka. Los grandes productores (con 10 trabajos o más) son las agentes tutoras María Pinto Molina (25) y Gloria Ponjuán Dante (12). Resulta significativo que la mayor productividad recae sobre estas agentes, quienes han desarrollado principalmente su quehacer académico e investigativo en el área de la Gestión de Información y del Conocimiento (GIC), que constituye el área más trabajada en las tesis de maestría. Por tanto, el análisis de los capitales objetivados acumulados por estos agentes debe entenderse en relación con este subcampo de conocimientos y la hegemonía que ha alcanzado dentro del campo general de las CI en Cuba, así como las determinaciones políticas y socioeconómicas que han favorecido este tipo de estudios en el país, en particular a partir de la década de los 90 del pasado siglo.
Lo cierto es que la alta cantidad de tesis tutoradas por estos agentes constituye un indicador objetivo del capital cultural acumulado y que les permite asegurar y reafirmar sus posiciones de poder dentro del campo, que evidencia una distinción intelectual y prestigio académico. En este sentido, Bourdieu14 explica que este capital cultural objetivado otorga a sus agentes una especie de recurso que se compromete como apuesta para participar de las lógicas y luchas del campo donde se obtienen los beneficios ganados por el dominio de este capital objetivado que se expresa en el reconocimiento.
GRADO CIENTÍFICO DE TUTORES
Atendiendo al número de agentes tutores con grado de Doctor y Máster, se evidencia un ligero incremento de estos, como se muestra en la figura 1. En sentido general, se observa a lo largo del período un predominio del grado de Doctor en las tutorías, que se evidencia en el 62 % del total de las tesis defendidas; el 20 % fueron tutoradas por máster y el porcentaje restante correspondió a colaboraciones, principalmente entre doctores y entre doctores y másteres.
Las alianzas y colaboraciones es una de las estrategias de la tutoría. En el caso de las colaboraciones entre agentes tutores con posiciones iguales dentro del campo (referida a la titulación obtenida) permite la conservación de estas y la conquista de mayores beneficios al incrementar el capital social en términos personales y también de forma general para el campo. Estas colaboraciones, en términos bourdieuanos, pueden entenderse como una solidaridad objetiva, basada en la homología de posiciones, pues ciertos diplomas guardan valor simbólico para los homólogos en título y a efecto del campo científico en general posibilita un capital social. La estrategia de alianzas entre agentes que comparten el grado de Doctor, también forma parte de las acciones para incrementar el capital simbólico de las tesis y el capital institucionalizado en las distintas ediciones de la maestría, al ser este un indicador que miden los procesos de evaluación acreditativa.
Las colaboraciones entre agentes con posiciones desiguales (por ejemplo, entre doctores y másteres), permiten afianzar el apoyo de aquellos agentes en posiciones inferiores y adquirir o incrementar el capital simbólico de estos; proporcionan a su poseedor un reconocimiento, además de la conformación de una red de relaciones que posibilitan su accionar en un campo. No obstante, se visibiliza una mayor colaboración entre agentes que comparten una homología de posiciones en cuanto a su capital institucionalizado.
DISTRIBUCIÓN POR ÁREAS DE CONOCIMIENTOS
La identificación de áreas de conocimientos abordadas, así como sus distinciones metodológicas en las tesis, hace referencia a cuerpos de conocimiento objetivados que permiten mostrar el desarrollo, tendencia del campo, así como su alcance, las preferencias teórico-metodológicas y las áreas hegemónicas y marginadas en la investigación. Todo esto está en estrecha relación con los habitus generales del campo, de sus agentes, del contexto discursivo de este, así como de las determinaciones contextuales.
Se prefirió identificar solo las áreas de conocimiento trabajadas en vez de temas, pues el propósito era identificar subcampos de investigación dominantes en el campo de las CI. Se agruparon según su abordaje disciplinar. Estas áreas fueron identificadas: Organización y Representación de la Información y el Conocimiento (ORRIC), Fundamentos de BCI, Evaluación de la Ciencia, Gestión Documental (GD), y Gestión de la Información y del Conocimiento (GIC). La figura 2 muestra la distribución por áreas de conocimiento de las tesis.
Se observa que el área de conocimiento más productiva es GIC, seguido de ORRIC, GD, Evaluación de la Ciencia y Fundamentos de BCI. Esta distribución por áreas de conocimiento es confirmada con el estudio de Martínez y Solís,17 quienes, a partir de las líneas de investigación planteadas por el Departamento de CI de la Universidad de La Habana, realizan un análisis de la productividad de temáticas abordadas en la producción científica de autores cubanos en el período de 2005 a 2010. Las áreas de GIC (dentro de esta área la autora incluye los estudios sobre GD) y luego las de ORRIC resultaron las de mayor presencia en el campo, atribuido según los autores a que ambas áreas constituyen en la actualidad temas centrales del campo de la información; la primera por la impronta del pensamiento gerencial que ha caracterizado la profesión en las últimas décadas; y la segunda por la marcada tradición en el campo, en estrecha relación con las actuales dinámicas del acelerado desarrollo de las tecnologías de la información.
En cuanto a la distribución de las principales temáticas de investigación agrupadas en las distintas áreas de conocimiento identificadas en las tesis de maestría en BCI, se evidencia una tendencia a confirmar la naturaleza aplicativa de las tesis orientadas a la solución de problemas de gestión en las organizaciones. Del total de tesis comprendidas en el período, el 45 % constituye propuestas metodológicas, taxonómicas, de indicadores, propuestas de implementación, de modelos y pautas, así como de diseños, que se encuentran distribuidos en todas las áreas de conocimiento. Es predominante este tipo de estudios en GIC, ORRIC y GD, y se infiere la tendencia práctica de estas, aunque vale aclarar que varias de estas propuestas no llegan a la fase de aplicación.
Por otra parte, la presencia de temas como estudios métricos, análisis de dominio, representación de conocimiento, entre otros, guardan mayor correspondencia con investigaciones de carácter teórico y metodológico. También, desde estas áreas, se han realizado aportes teóricos y metodológicos para el abordaje de determinados fenómenos complejos. En general, la mayoría de las tesis tienen un nivel aplicativo para la práctica y, en menor medida, se evidencian estudios de carácter puramente teórico e histórico. Los estudios históricos, por su parte, son más frecuentes en el área de Fundamentos de BCI.
Esta naturaleza práctica de los estudios de maestría en BCI en Cuba lo confirma Setién,18 quien plantea que una característica de estas investigaciones está en el alto compromiso con la práctica. Las investigaciones con marcado carácter práctico pueden entenderse como una de las formas de hacer notar la importancia que concede el campo a los problemas sociales y su resolución, que determinan su pertinencia y reconocimiento social ante el resto de los campos del conocimiento. Esto denota, además, el amplio espectro de instituciones representadas en los estudiantes de la maestría, así como los distintos escenarios y organizaciones que colaboran en la realización de esta, que garantizan que el impacto de las investigaciones repercuta en la solución de problemas emergentes de estas entidades.
Las áreas temáticas en las que se investiga dan al capital objetivado de los agentes diferencias que permiten agruparse dentro del campo. Los grupos resultantes determinan algunas de las dinámicas del campo en general, entre ellas las que resultan de la representatividad y de la competitividad que las áreas temáticas y las líneas de investigación crean en las dependencias en las que se encuentran estos grupos. Las áreas temáticas más usuales en las tesis de maestría caracterizan a los campos y a sus agentes, ya que los modos de pensar y explicar los objetos de estudio determinan e inscriben a los sujetos en subcampos del campo general de las CI.
ASPECTOS METODOLÓGICOS EN LAS INVESTIGACIONES
La identificación de los aspectos metodológicos en las investigaciones resulta fundamental para describir al campo en cuanto a sus preferencias metodológicas y el tipo de conocimiento construido a partir de diversas perspectivas, que suponen distintas formas de abordar el fenómeno de estudio. Esto guarda relación con el posicionamiento de los agentes de investigación en cuanto a la selección de los métodos y técnicas, y la forma en que interpreta el objeto de estudio. Aun cuando los métodos y técnicas son generales para el conjunto de las Ciencias Sociales, es posible identificar ciertas tendencias en dependencia de los objetos que se analizan. Por otra parte, es posible establecer relaciones entre determinadas áreas de conocimiento y los métodos y técnicas que emplean y que apuntan preferencias por áreas y una forma particular de construir conocimiento. Asimismo, posibilita identificar la asunción de determinado paradigma epistemológico ante la investigación.
Para la descripción de los aspectos metodológicos de las tesis como capital objetivado se analizó la perspectiva de investigación (cuantitativa, cualitativa, mixta), el alcance de investigación (exploratorio, descriptivo, correlacional y explicativo) y las técnicas de recogida de información declarados por los agentes. No obstante, los presupuestos y posicionamientos metodológicos declarados no siempre resultaron coincidir con lo que en la práctica investigativa se llegó a hacer, las formas de interpretación del objeto de estudio y la construcción del conocimiento asumido.
Atendiendo a las perspectivas metodológicas declaradas por los agentes en el campo de CI, se constató que el 49 % de las tesis eran mixtas, el 45 % cualitativas y el 6 % cuantitativas. Esto está en correspondencia con las técnicas e instrumentos empleados para la recogida de información por los investigadores y su clasificación dentro de una u otra perspectiva, según lo establecido por los manuales de metodología de la investigación. Sin embargo, el solo hecho de utilizar técnicas que caracterizan a una determinada perspectiva no es suficiente para declarar que una investigación tenga un enfoque cualitativo o mixto, sino que el agente debe ser consecuente en su aplicación e interpretación de la información que cada técnica ofrece, pues la forma de interpretar los datos muestra el posicionamiento epistemológico y paradigmático del investigador, más allá de la selección a priori de técnicas específicas. En este sentido, muchas de las tesis que se declaran como cualitativas o mixtas, por el hecho de emplear la entrevista u otra técnica de carácter cualitativo, en la práctica se corresponden más con la perspectiva cuantitativa donde subyace un paradigma positivista en la interpretación del objeto y la construcción del conocimiento.
En cuanto a los métodos de investigación empleados, se evidencia un escaso uso de otros métodos empleados por las Ciencias Sociales, como el método etnográfico, el método investigación acción participativa, la teoría fundamentada, los métodos fenomenológicos, etnometodológicos y los comparativos, que se inscriben en la perspectiva cualitativa. A partir de esto puede inferirse que la naturaleza de la mayoría de estas investigaciones es cuantitativa y que las interpretaciones de los objetos de análisis se hacen desde posturas epistemológicas y filosóficas que tienden al positivismo, aun cuando se declare un posicionamiento desde el paradigma sociocognitivo. En consecuencia, lo que puede hacerse mediante el uso de técnicas analíticas depende de la capacidad de ver y de interpretar que tiene el agente investigador y no tanto de las cualidades de la técnica empleada.
En relación con el alcance de la investigación, la mayoría de las tesis se declaran como descriptivas, solo tres como correlacionales y una como explicativa, aunque en general todas muestran un alto componente descriptivo. La poca realización de investigaciones de alcance explicativo y correlacional indica la necesidad de incentivar la producción de conocimientos a partir de estos tipos de estudios más profundos. Por su parte, el empleo de determinadas técnicas de investigación permite identificar y describir habitus investigativos de los agentes, así como de un campo de conocimiento en general. De esta forma, se muestra el comportamiento del uso de las técnicas en las tesis de BCI a partir del capital objetivado en estas. Las técnicas más empleadas fueron el análisis documental, seguido por la entrevista y el cuestionario. Se aclara que en la categoría de entrevista fueron agrupadas aquellas que se clasificaban por los agentes como entrevistas, entrevistas en profundidad y entrevistas semiestructuradas. El uso de las técnicas de investigación se muestra en la figura 3.
Se destaca el uso del análisis documental como técnica empleada en todas las tesis, ya que es la base para la realización de todo trabajo investigativo. Sin embargo, en muchos casos esta técnica se convierte a la vez en método de investigación (pocas veces declarado) al centrarse por excelencia en las fuentes documentales para la construcción del conocimiento científico. En su mayoría constituyen propuestas, diseños metodológicos y otras sistematizaciones o fundamentaciones teóricas de determinados fenómenos informacionales o áreas de estudio.
El frecuente uso del análisis documental, como técnica y método, evidencia una tendencia metodológica en el campo como una de las características en cuanto a la construcción del conocimiento. Este resultado coincide con el de Martínez y Solís17 en el análisis de las tesis de doctorado en el campo informacional cubano, y con Jarvelin y Vakkari19 al analizar las tesis norteamericanas en este campo en el período entre 1975 y 1989. Las técnicas empleadas presentan una distribución por áreas de conocimiento que evidencia preferencias en este sentido. En el caso del área de GIC, se constató el mayor uso del análisis documental, y se destacó que esta es el área de conocimiento más productiva y donde más se han realizado propuestas teóricas para su implementación. En segundo lugar, el uso del cuestionario figura como la técnica más empleada y luego la entrevista (generalmente dirigidas a expertos y directivos).
Las áreas de conocimiento de ORRIC y GD muestran un comportamiento similar al de GIC, donde la técnica más usada es el análisis documental. También desde estas áreas se han realizado gran parte de las diferentes propuestas metodológicas para la aplicación práctica a partir del uso de las fuentes documentales. En cierto modo, no pueden considerarse como estudios teóricos sino como empíricos, por el objetivo general que persiguen. Esto denota, en alguna medida, la naturaleza aplicativa de los conocimientos de estas áreas, por lo que el uso del análisis documental aquí tiene un fin práctico. Si bien son estas áreas las que muestran una mayor diversidad en el tipo de técnicas empleadas, estas se distribuyen con poca significación.
En el área de Fundamentos de BCI se destaca como las técnicas más empleadas el análisis documental, la entrevista (principalmente en profundidad), donde es frecuente la triangulación metodológica entre las dos primeras técnicas mencionadas para la reconstrucción, descripción y análisis de hechos históricos del campo bibliotecológico cubano. Esto es coherente con la perspectiva metodológica desde la que se posicionan los agentes, siendo en su mayoría investigaciones cualitativas y mixtas.
En relación con la proporción de tesis desarrolladas en otras áreas de conocimiento, es el área de Fundamentos de BCI la que muestra una mayor tendencia hacia los estudios de carácter cualitativo. Por otra parte, el uso del análisis documental en esta área adquiere otras dimensiones respecto a GIC y ORRIC en cuanto a la intencionalidad de su aplicación y a la interpretación de las fuentes documentales. En la mayoría de las investigaciones se aplica en conjunción con el método histórico para el análisis longitudinal de prácticas y hechos que explican los procesos de institucionalización del campo.
En el área de Evaluación de la Ciencia se destaca el uso del análisis documental en conjunto con las técnicas de análisis métrico. En su mayoría estas tesis presentan una perspectiva metodológica cuantitativa y de alcance descriptivo, caracterizadas por la medición de indicadores métricos sin un acompañamiento de interpretaciones más profundas, aunque se encuentran algunas que analizan estos indicadores de forma cualitativa desde los aportes de la Sociología de la Ciencia. De forma general, se muestra determinada tendencia en el uso de técnicas de investigación que son comunes para las Ciencias Sociales, sin embargo, técnicas como los grupos de discusión, grupos focales, el análisis de contenido y análisis del discurso son poco frecuentes en el campo de las CI.
CONCLUSIONES
Se presentan los resultados al acercamiento descriptivo de las tesis de maestría en BCI defendidas en el período del 2005 al 2012 como producto formal del proceso de culminación de estudios, a partir de un estudio métrico interpretado desde la Sociología del conocimiento y la teoría de los campos de Bourdieu. Se identifican los agentes tutores más productivos, las áreas de conocimiento y temáticas más abordadas, así como las preferencias metodológicas en el desarrollo de las investigaciones en cuanto a su alcance, perspectiva y técnicas objetivados en los cuerpos de tesis. Este análisis ha permitido identificar tendencias y rasgos distintivos por áreas de conocimientos en relación con los procedimientos metodológicos que caracteriza la posición de los agentes investigadores ante la construcción del conocimiento científico, lo que, a su vez, evidencia determinados habitus académicos relacionados a las comunidades científicas que responden a diversas líneas de investigación en las que se circunscriben los agentes tutores. A pesar de los diversos enfoques desde los que se realizan las investigaciones y la diversidad temática, es posible identificar tendencias en los tópicos en los que se investiga, así como en la selección de objetos de estudio y en los acercamientos metodológicos.
Se constata una tendencia hacia los estudios de carácter documental, enfocados mayoritariamente a la construcción de propuestas, ya sea para el análisis de algún fenómeno informacional a modo de sistematización teórica, o para la resolución de problemas en la práctica. El punto de mira fundamental se encuentra en la información per se, y menos en el sujeto productor y consumidor de dicha información. De esta forma, los acercamientos al objeto de estudio se hacen, por lo general, desde perspectivas cuantitativas.
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Recibido: 5 de
noviembre de 2015.
Aprobado: 18 de enero de 2016.
María Karla Cárdenas Berrio. Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana. La Habana, Cuba. Correo electrónico: mkarla@fcom.uh.cu